jueves, 3 de junio de 2010

62. María con tiempo, hija de reina.

El parque enorme ante mi ventana y yo, con mi eterno café en mi taza de Betty Boop, veo el verano enredarse entre el pelo de María que se columpia entre risas y se asusta tomando la mano de su madre y rompiendo a reír.

Adoro el verano que se me cuela en el salón con las primeras palabras de esta niña que conoce todos los secretos de universo y se los guarda para soñarlos sola.

Mi niña de rubios rizos que no tiene miedo a la oscuridad, a la que le encanta saber más que nadie de las princesas de verdad y de los príncipes más azules que Pitufo Gruñón.

Y nos escondemos del invierno frío de los días, que vuelan y se escapan como polillas, bajo mi colcha de margaritas y yo no puedo parar de reír y de desear constantemente, una y otra vez, que no nos encuentre el tiempo.

Mariposas de cosquillas, cargadas de polvo de duende.
María se duerme en mi regazo y la beso delicadamente, intentando que mi beso entre de puntillas a ese reino infantil, a ese Nunca Jamás, a ese lugar mágico donde no caben otra cosa que la magia y la ilusión.


Dulces sueños, pequeña.

miércoles, 2 de junio de 2010

61.

Shhhh... Ni siquiera soy un recuerdo para ti.
Escribo desde la negación de mí misma.
Era verano. Sólo un vestido negro atravesó tu puerta.
Un vestido cuajado de mariposas muertas.