miércoles, 16 de diciembre de 2009

23. Humo y ceniza.

A pesar de que dejé de fumar antes de cumplir los diecinueve, hoy tengo el día tonto y me acerco al estanco como si no fuera a comprar nada o como si no fuera realmente para mí. Y regreso a casa con un trozo de pasado metido en una cajita de latón. Abro la puerta excitada, me descalzo a toda prisa y me tumbo en el sofá, cenicero sobre la tripa. Enciendo uno, buscando una reminiscencia de otros tiempos, el recuerdo de aquellos con los que compartí humo e inquietudes, aquel fumador que nunca quiso oírme hablar de romper con el tabaco, hasta que fui yo quien rompí con él.

Fumar es malo. Mata. A veces lo hace a golpe de recuerdos.