domingo, 30 de noviembre de 2008

6. "Palabras más, palabras más, palabras menos...

Las visitas de padres son una experiencia curiosa y reveladora. En primer lugar, los padres de aquellos niños que suspenden las pruebas escritas de forma reiterada, que nunca hacen los deberes y que tienen cuadernos sucios e incompletos, esos padres, nunca vienen a ver a los profesores. Yo me encontré con este panorama la primera vez que tuve alumnos y es un clásico que se repite curso tras curso. Sin embargo, esos alumnos aplicados y tranquilos, que nunca has tenido que regañar, te pedirán en las primeras semanas del curso una entrevista con sus progenitores. Normalmente no hay demasiado para contarles: su hijo es un buen alumno, siempre ha hecho los deberes, ha aprobado los exámenes, es educado con sus compañeros y respetuoso con el profesor… Y, por lo general, los padres son bastante duros al juzgarle, te piden que seas riguroso con su hijo, que si baja su rendimiento o algún día no hace los deberes, les llames por teléfono o les envíes una nota. Del otro lado tenemos al alumno rebelde y contestatario que, no sólo no trabaja, es que además molesta al resto de compañeros y consigue hacer perder el hilo de la clase al profesor. Aquí hay dos tipos de padres, los que conocen el paño y reconocen, sin morderse la lengua, que ellos tenían un problema con su hijo que ahora también tienes tú, y los que te miran sorprendidos, como si el chaval nunca hubiera hecho en la casa familiar lo que hace en el centro. Ambos comparten el deseo, y la esperanza, de que sus hijos titulen, de que se den cuenta de lo importante que es la educación y todos ellos obligan a los chavales, en contra de su voluntad, a acudir a las clases con la ilusión común de que quizá un día, a fuerza de idas y venidas y de horas pasadas en las aulas, además de estar de cuerpo presente, estén de mente presente, comprendan, estudien y aprueben. Normalmente escuchamos a los padres, intentamos que ellos entiendan que no está en nuestra mano hacer más de lo que ya hacemos y, cada vez con más frecuencia, les reconfortamos ante sus sentimientos de culpa y fracaso. “No hay buenos y malos padres, tampoco buenos y malos hijos. Sus hijos cambiarán, seguirán creciendo y aprendiendo a lo largo de toda su vida, como lo han hecho ustedes y ese aprendizaje, que nadie certifica ni titula, es el más importante de todos”.
...es lo que menos te puedo dar, es lo de siempre
palabras nuevas, palabras llenas de remordimiento
palabras que se lleva el viento
palabras menos, palabras más".