sábado, 20 de febrero de 2010

26. "El problema no es tener que abandonarlo todo a cambio de ti.

Me cantabas al oído aquella canción de La oreja, invitándome a entonar contigo mientras tocabas esa vieja guitarra, herencia de no sé qué primo lejano que se casó con no sé quién en un pueblo perdido del Sur. Y el cielo que detenía el tiempo en un beso, se quedaba prendido entre tus dedos juguetones, entrelazándonos sobre las flores de cretona del sofá de tu madre.

Las tardes de lluvia y las noches tormentosas se fueron deslizando a través de las páginas de los libros de texto, entre los acordes del tema que nunca eras capaz de componer. Y sin saber cuándo ni cómo, nos encontramos besando los labios de un extraño que ya no era aquel artista loco del que nos enamoramos como idiotas.

Tic-tac. Corrí con mis zapatos rojos sobre todos los adoquines rotos. Tic-tac. Abrí los ojos y taconeé con placer de charco en charco. Tic-tac. Bailé en playas desiertas, llena de pasiones. Tic-tac. Bebí de menos y hablé de más. Tic-tac. Me reí hasta hacerme llorar. Tic-tac. Lloré hasta aprender a reirme de mí misma. Tic-tac. Y ahora, tantos años después, se cruzan nuestros caminos, así, de casualidad, en un "pasaba por aquí" que no nos resulta inocente a ninguno de los dos.

Y compramos café para llevar -como está tan de moda...-, nos lo tomamos en la calle, hablando de banalidades - Tú. Yo. Nosotros-. Nos vamos helando; será la nieve, será este miedo que no nos permite ni pensar siquiera dónde está la llave con la que encerramos a los que fuimos. Tú me miras a los ojos utilizando tus lentillas como escudo y yo, absorta en todo este absurdo monólogo interior, me escondo tras mis gafas negras.

El problema es tener que abandonarte a ti a cambio de un fantasma".