miércoles, 26 de mayo de 2010

58. Sueño.

Qué lástima que no haya flores
sobre la tumba de nuestro olvido.


Paseo por el mercadillo con mi madre pisándome los talones, comentando vidas ajenas y colgada de su teléfono móvil. Todos los puestos llenos de colores, los olores a inciensos y ese sol de primavera que lo inunda todo. Parpadeo. No puede ser. ¡Es él! Está colgando un par de camisas blancas de un burro de metal. Se da la vuelta para marcharse y yo, sin pensarlo, corro tras él. Le alcanzo ya en la calle de atrás. Le llamo. Se gira. Por un instante pienso que va a marcharse sin decirme nada, que no se acordará de mí... pero me mira y yo encadeno tres preguntas sin dejarle responder. Y le sonrío.

Tiene el pelo más largo que de costumbre, no con un aspecto desaliñado, es como si sencillamente se lo hubiera dejado crecer un poco más. Se lleva las manos a la cabeza, se peina en un gesto tan suyo que hace que me estremezca. Entonces me doy cuenta de que está sudando, tiene mala cara. Me acerco y le toco la frente. "Tienes fiebre. ¿Estás enfermo?" Y me atrae hacia él y yo le miro a esos ojos que se acercan... y me besa. Cuando abro los míos me doy cuenta de que estamos en una habitación pequeña, algo oscura y con la puerta entreabierta. Sigue abrazándome y me besa en el cuello con desesperación. Yo intento balbucear algo... pero es inútil.

Cuando se sienta un momento, aprovecho la ocasión para preguntar qué fue lo que le sucedió entonces. "Era por ella. Yo ya se la había presentado a Aarón". No entiendo demasiado, no sé quién es Aarón pero parece evidente que ha fallecido. Apoya su cabeza sobre su puño cerrado, en la mesa. "¿Y lo de tu padre?". Oigo sus sollozos y la respiración entrecortada por las lágrimas. Le abrazo. "Ya pasó. Estoy aquí". Y se vuelve, me abraza y se cobija en mi cuerpo. Le acario el pelo. Sonrío. Le beso como a un niño, mientras se calma poquito a poco. "Esta tarde puedo decir que tengo una boda. Podemos vernos a las 18.45 y estar juntos". Pienso en decirle otra hora. Pienso en que yo iré en vaqueros. Pienso en que mi madre no va a creer que haya pasado esto... Pero acepto.


Y justo entonces... me despierto.