sábado, 7 de noviembre de 2009

10. "Sólo se inventa mediante el recuerdo".

Hoy he tenido una rabieta y, como me sucede siempre, me ha entrado esa invasiva añoranza de aquello que nunca he tenido. Y es curioso cómo puedo echar de menos aquella ópera a la que no pude asistir por rompérseme un tacón, unos diez minutos y medio después de que una alcantarilla lo hubiera atrapado. El vino que nunca probé porque la botella, traviesa, se me deslizó entre las manos. El paquete de cigarrillos que tiré por el retrete en el instante fatal en el que decidí desterrar el humo de mi cuerpo y dejar de lavar las cortinas un par de veces al mes.

Y todo esto por tener que redactar documentos oficiales. Por jugar a ser abogada. Quizá sólo pasante. Por convertirme en estatua de mármol. Por abrir aquella puerta cerrada y percibir el aroma putrefacto de recuerdos prohibidos, de esos condenados al cajón del olvido, que no se deciden a emprender el viaje a tierras lejanas para no volver jamás.


Todo lo que añoro es nocivo para mi salud. Y todo es mentira.


No hay tacón que pueda tolerar, ni vino que no me haga arrugar la nariz.
Fumé cuando no tenía ni cortinas en mi cabeza.
Y hace siglos que dejé de preguntarme si tuve un cajón para olvidar.


Lástima que reservemos para ello toda nuestra creatividad.