miércoles, 18 de noviembre de 2009

17. "Cuando el menor de los hijos ya ha aprendido a no revolver la casa...

Si hay un hombre en el mundo capaz de desesperarme y de hacerme reír a la vez, ese es el padre de H. Armado con sus gafas, deslizables hasta la punta de la nariz si es necesario estudiar algún plano, y desarmado en las ocasiones en las que no le dejo subir al árbol de su razonamiento y le devora el león de mi argumento. Sagaz como un elfo e inquieto como una ardilla, no duda en ladrar a aquellos que son incapaces de comprender las palabras sensatas. Siempre dispuesto a deslumbrar con una sonrisa. Negativo hasta la tormenta de granizo más helada. Chispeante como el mejor cava. Con mil dudas en los bolsillos y algunas dificultades para transmitir el amor con el cuerpo que ha ido puliendo hasta aprender a dejarse llevar. Empático sin siquiera saberlo. Maestro en el arte de anotar, contar, sumar, - ¡qué rabia!- restar y, ojalá, multiplicar.



Siempre le digo que de mayor quisiera ser como su hijo P.


Y la verdad, de mayor yo preferiría ser un poquito como él.


... llega el mayor de los nietos a dejarla hecha un asco".