jueves, 5 de noviembre de 2009

8. "He llegado por fin a lo que quería ser de mayor...

Cuando era niña me encantaba ver Barrio Sésamo. Entraba en el salón, bocadillo en mano, como quien estuviera invadiendo Polonia, y le gritaba a mi madre, que aún estaba descalzándose en el recibidor: “¡Correee, correee, que empiezaaaa!” Y en cuanto escuchaba los primeros acordes del tema inicial, me aleteaba el corazón dentro del pecho. En realidad no era el programa lo que me hacía llevar a mi madre desde el colegio hasta nuestra casa taconeando tanto que pareciera estar bailando flamenco. Yo estaba enamorada. Estaba locamente enamorada de Chema, el panadero, y lo estaba tanto como lo pudiera estar una niña de cuatro años, claro.

Algunas tardes mi fantasía me hacía pedirle su colaboración a mi madre que, al otro lado de un teléfono de plástico rojo, fingía ser Chema, mi panadero. Yo, con mi corazón-colibrí chocando contra mis costillas, le decía que era muy guapo y que me gustaba mucho. Le preguntaba si yo le gustaba a él. Y algo fundamental: ¿por qué era panadero? ¿No le iría mejor ser médico o músico? ¿Escribir cuentos? No se parecía nada a los panaderos que yo conocía. Aunque tampoco conocía a demasiados médicos, por no decir que no conocía a ningún músico o escritor. El caso es que Chema tenía alma de poeta. Y la niña que fui, se escondía bajo la mesa de café a soñar que los príncipes azules a veces se disfrazan de las cosas más curiosas y, al fin y al cabo, un panadero puede ocultar cualquier otra naturaleza. ¿Con cuántos príncipes no podría cruzarme por las calles sin sospechar siquiera de su azul clásico?

Aunque Barrio Sésamo ha cumplido los cuarenta y Chema falleció en 2008 dejando viuda a la actriz que le daba vida a Espinete, aún me emociona recordar cómo mi abuelo preguntaba: “¡Anda! ¿De quién serán estos zapatitos que sobresalen por debajo de la mesa?” Provocando las risas mal contenidas de la niña que vive, seguro, en algún lugar dentro de mí.

... Un niño".